En
la actualidad, el modelo capitalista se ve anticuado y desfasado, ya que no ha
sabido adaptarse del todo a los avances sociales e ideológicos de la población.
Con el ejemplo de la banca ética, vemos una sociedad comprometida con el
medioambiente y con una responsabilidad social activa, que a diferencia de
otras bancas convencionales, invierte en renovables, cultivos ecológicos,
comercio justo, cooperación al desarrollo, etc.
Muchos
son los individuos que aprueban estas innovaciones, pero al ser un movimiento
relativamente nuevo, todavía se desconocen muchos aspectos sobre la banca
cívica y que repercusión y beneficios tendrá en el entorno y en sus inversores,
respectivamente. Algunos la contemplan como una posible inversión a corto
plazo, pero de momento la desconfianza ante lo nuevo impera en estos tiempos de
crisis, y más teniendo en cuenta la aparentemente nula transparencia que se les
exige actualmente a este tipo de bancas.
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