“Juventud dedicará unas jornadas a modos de ocio no
consumistas. La Concejalía pone en marcha 'Ocio SOS' para promover entre los
jóvenes la reflexión sobre tipos de entretenimiento alternativos”. Desde los
albores de la civilización, la concepción que se tiene sobre el ocio ha ido
evolucionando a través de etapas muy dispares. Pero primero, definamos qué es
el ocio.
El ocio es un conjunto de ocupaciones a las que el
individuo puede entregarse de manera completamente voluntaria tras haberse
liberado de sus obligaciones profesionales, familiares, y sociales, para
descansar, para divertirse, para desarrollar su información o su formación
desinteresada, o para participar voluntariamente en la vida social de su
comunidad.
En un comienzo, durante la Edad Antigua, tanto griegos
y romanos tuvieron una buena consideración del tiempo libre, ya que para ellos,
el ocio era un requisito imprescindible para conseguir las condiciones de vida
más elevadas, estatus que solo obtenían los ciudadanos libres; no los esclavos,
que debían ocuparse del trabajo para que los primeros pudieran disfrutar de
dichos privilegios.
Después, durante la Edad Media, las diferentes
religiones, subrayando la relevancia de la Iglesia cristiana, fueron quienes se
encargaron de empezar a desprestigiar la ociosidad, catalogándola como una
fuente de perversión y pecado, tratando de mantener el ocio a raya a través de
sus dogmas y doctrinas con los que transmitían el sentimiento de culpabilidad a
aquellos que podían gozar de tiempo libre.
Fue con la llegada de la Sociedad Industrial donde se
instauró el descanso semanal. De ahí surgió el
Estado de Bienestar que ayudó a liberar parte del tiempo que las personas
dedicaban en generar ingresos y en el cuidado y sustento de la familia. La
ideología imperante del capitalismo convierte entonces el tiempo de ocio en un
espacio productivo más.
Ahora
ya no basta con ocupar el tiempo en tareas que satisfagan el placer, el
descanso y las relaciones sociales; ahora debe hacerse, pero sin detener la
maquinaria económica. Es por ello por lo que la sociedad persigue a aquellos
que no basan su ocio en el consumo, en lo que se conoce como ocio improductivo.
Hoy
día, tal y como nos refleja la noticia que tratamos, los jóvenes ocupan su tiempo
libre en actividades que requieren el consumo de grandes cantidades de alcohol
y en las que los centros comerciales se han convertido en las catedrales de
esta nueva ideología. El objetivo de las jornadas propuestas en la noticia
precisamente es fomentar de nuevo ese ocio conocido como improductivo, más
orientado a la consecución amena de nuestras necesidades como individuos sin la
obligación de consumir, una propuesta de lo más tentadora en estos tiempos que
corren.
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