lunes, 7 de mayo de 2012

Directivos: en busca de la clave del éxito

“Tim Cook, mejor valorado como jefe que Steve Jobs por los empleados de Apple. Cook tiene la nota más alta de todos los directivos de empresas tecnológicas, de hecho más que cualquier director ejecutivo de los EE UU con un 97%. Son datos de Glassdoor, una base de datos que recoge información compartida de forma anónima por los trabajadores sobre sus jefes y empresas”.

Leyendo esta noticia comprendemos lo importante que es el buen funcionamiento del rol de director para una empresa. Resulta casi un arte alcanzar el equilibrio entre la consecución de los objetivos de la empresa y mantener de forma constante la motivación y productividad de los empleados, sin dar de lado nuestro bienestar y autorrealización en nuestro puesto de trabajo.


Tradicionalmente, se ha señalado que las funciones que realizan los directivos de una empresa son planificar, organizar y controlar las actividades que se desarrollan en la misma. Sin embargo, observamos en la práctica, como los directivos realizan tareas difícilmente encuadrables en las tres antes descritas.

Mintzberg, profesor académico internacionalmente reconocido, autor de varias publicaciones sobre negocios y gestión, señala que los roles directivos (es decir, las funciones que estos desarrollan) son diez en total. Destaca que el directivo está investido de una autoridad formal que le confiere un estatus o posición social.

Estos roles se dividen a su vez en tres bloques: roles interpersonales (roles de cabeza visible, líder y enlace), roles informativos (roles de monitor, difusor y portavoz) y roles decisionales (roles de empresario, gestor de anomalías, asignador de recursos y negociador).



Un director de empresa tiene sobre sus hombros un gran número de responsabilidades, que unido a la posible ambigüedad del cargo, genera cierta inseguridad, preocupación y estrés. Es por ello que una de las características principales que ha de tener un director de empresa es las ganas de superarse, siempre desde un punto de vista positivo, tratando de alcanzar la situación de equilibrio en un principio mencionado.

Para alcanzar dicho equilibrio, lo mejor es saber fijar objetivos claros y relevantes, reconocer los logros y corregir las deficiencias. Hay que saber felicitar cuando sea preciso, del mismo modo que hay que señalar en qué áreas se puede mejorar, siempre con un tono constructivo.


Algunas personas, más que otras, tienen una disposición natural al liderazgo. Un buen líder debe proponer la visión y la misión de la empresa, fomentando una serie de valores que constituyen la cultura de la empresa; ya que fomentándola con una adecuada comunicación, facilitará que los objetivos organizacionales se integren con los objetivos individuales de los integrantes de la empresa.


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