Sin embargo, a
pesar de que otros opinen que es un desgaste de energía y
una fuente de disolución,
el conflicto no es algo ni bueno ni malo en sí mismo, depende enteramente de la
dirección hacia la se oriente. De hecho, en las empresas interesadas en
fomentar la inteligencia emocional de sus miembros, se fomentan precisamente
situaciones de conflicto funcional, pues ven en el desarrollo de capacidades
para resolverlos, otra forma de progresar.
Existen muchas
formas de resolver un conflicto, algunas mejores que otras. Procedemos a
analizar algunas:
- Evitando el problema: hay personas que piensan que eludir las situaciones susceptibles de generar conflictos es la mejor solución (no puede afectarme si ni siquiera existe). En nuestra opinión, se trata de una actitud infantil y poco productiva, al cabo. El conflicto ya existe, si ya ha sido detectado y se intenta evitar, por lo que dicha actitud es una mera negación de la evidencia y evasión de la responsabilidad.
- Imponiendo una solución: hay personas que consideran su punto de vista como el único y verdadero, por lo que llevarán a cabo acciones de todo tipo para que este se ejecute, incluyendo la violencia. Dicha postura es sancionada y reprobada por múltiples razones, entre las que destacamos impedir la libertad de obrar de otras personas y la falta de consideración hacia las opiniones de los demás, a raíz del egoísmo.
- Condescendiendo: esta forma de proceder es todo lo contrario a la que acabamos de ver. Demuestra una actitud pasiva y excesivamente permisiva, cediendo ante las demandas del otro. Al igual que no debemos avasallar, no debemos dejar que nos avasallen.
- Llegando a un compromiso: postura similar a la vista en el primer punto. Al igual que no debemos fingir que el problema no existe evitando posibles situaciones conflictivas, alargar la materialización del conflicto no lo elimina, sino que lo pospone para un futuro en el que entonces, puede haberse hecho mayor y complejo, entrañando más dificultad para su solución.
- Negociando: personalmente, este es quizá, el mejor método para solventar un problema, pues se llega a ese equilibrio tan ansiosamente buscado, cediendo en una parte para obtener en otra, y tratando de lograr que las partes estén conformes. Negociar implica ser poseedor de respeto, tolerancia y racionalidad, aspectos de vital necesidad para la convivencia en sociedad.
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